Rodeado
de un ambiente de escultores, Alexander Calder (Filadelfia, 1898)
estudió en primer lugar ingeniería mecánica (1919) aunque luego
decidió irse por el camino del arte (1923). Durante los años 30,
comienza a experimentar en el campo de la abstracción, primero como
pintor y después como escultor. Fue el primero en incorporar
movimiento a las obras de arte gracias a sus conocimientos de
mecánica, por lo tanto, más que un cambio radical de oficio,
combina ambas disciplinas y se convierte en el precursor del arte
cinético. Es considerado uno de los artistas más innovadores del
siglo XX por sus famosos móviles y esculturas en
alambre reconocidos en todo el mundo.
Comenzó
a enrolarse en temas de arte cuando ingresó en la Asociación de
Estudiantes de Arte de Nueva York; en la década de 1930, como parte
de la Abstraction-Creation, desarrolló un especial interés en el
campo de la abstracción, el que se manifestó primero en la pintura
y finalmente en su trabajo como escultor. Se verá muy influenciado
por los artistas europeos Joan Miró, Jean Arp y Piet Mondrian,
adoptando su propuesta estilística para construir su propia
identidad. De la influencias de estos artistas unidos al movimiento
surgirian sus obras más destacadas: los móviles.
Los
móviles son figurillas orgánicas abstractas suspendidas en alambres
que se balancean con el viento. Los stábiles (estables), como su
nombre indica, continúan la estética abstracta pero sin movimiento,
y por lo general representaban formas animales. Estas piezas
encumbraron a Calder en la escultura moderna y, de cierto modo,
hicieron invisible el resto de su obra compuesta por dibujos,
gouaches
y esculturas de piedra, madera y bronce.
El
reconocimiento a la obra de Calder crecía junto con el tamaño de
sus móviles y estables. La aceptación popular de su obra sobrevino
por la inclusión de movimiento en una escultura para dotarla de
dinamismo y efectos cambiantes de luz. A Calder se le reconoce el
precursor del arte cinético. Los móviles del artista le supusieron
numerosos encargos durante los años posteriores a la Segunda Guerra
Mundial, y embellecen plazas y edificios públicos de Bruselas,
Chicago, ciudad de México, Venezuela, Montreal o Nueva York.
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